jueves, 18 de febrero de 2010

ALZA DE PRECIOS DE LOS ALIMENTOS.




Desde los primeros días de enero del presente año, el pueblo mexi¬cano enfrenta una nueva agresión del gobierno de Felipe Calderón en acuerdo con el PRI: el alza en los precios de los alimentos básicos (tortillas, pan, frijoles, arroz, leche, huevos, carne, pollo, pastas, entre otros) como resultado directo del incremento en los impuestos (IVA e ISR) y en los precios de los combustibles (gasolina, diesel, gas y electricidad).
Recordemos que a iniciativa de Calderón, PRI y PAN aprobaron un incremento del IVA al 16%, del impuesto sobre la renta (ISR) del 28 al 30%, del impuesto sobre efectivo (IDE) al 3%, y aumentaron tarifas y precios de bienes y servicios públicos, combustibles y electricidad.
No debemos olvidar que estos incrementos de impuestos y de costos son trasladados por las empresas a los consumidores, con la complicidad del gobierno.
Por si esto fuera poco, el gobierno federal decretó un ofensivo incremento al salario mínimo de 4.85% (2.58 pesos al día) para 2010, pero los precios de la canasta alimentaria básica se dispararon en 15% a principios de enero.
La nueva escalada de los precios de los alimentos afectará aún más la deteriorada economía de la mayoría de las familias mexicanas. Según datos oficiales, de 2006 a 2008 seis millones de personas dejaron de tener recursos suficientes para alimentarse, con lo cual hay 20 millones de mexicanos con hambre.
Dado que una parte importante del ingreso de los hogares más pobres se destina a la alimentación (entre el 30 y el 50%), el nuevo aumento de precios de los alimentos es un duro golpe a su poder adquisitivo.
El gobierno y el PRI argumentan falazmente que no había otra alternativa para tapar el boquete fiscal que aumentar impuestos y precios de combustibles y electricidad.
Claro que hay otras alternativas como las que planteó oportunamente el Movimiento en Defensa de la Economía Popular.
Para enfrentar la escalada de precios de los alimentos se requiere cambiar la política neoliberal que ha favorecido la dependencia alimentaria, el colapso de la producción campesina de alimentos y la malnutrición de los mexicanos para favorecer los intereses de Estados Unidos y los grandes monopolios agroalimentarios.
El campo y los campesinos mexicanos pueden producir todos los alimentos básicos que requiere la población: alimentos suficientes, sanos, accesibles y cultivados en armonía con la naturaleza. Necesitamos, tal y como lo han planteado movimientos campesinos y ciudadanos como el CONOC y la Campaña sin maíz no hay país, otra política con base en la soberanía alimentaria, la revalorización de la agricultura campesina y el reconocimiento del derecho a la alimentación para todos. Para eso necesitamos organizarnos y luchar juntos los movimientos y ciudadanos del campo y la ciudad. Mientras la mayoría de los mexicanos sufre para comprar alimentos, las grandes corporaciones agroalimentarias mexicanas y extranjeras (Maseca, Bimbo, Bachoco, Lala, Sigma, Sukarne, Archer Daniels Midland, Monsanto, Cargill, Nestlé, Pepsico, Smith Field, Pilgrims Pride, Tysson, General Food, Walmart, Corn Products International, entre las principales) reportan grandes utilidades en 2009. En la Bolsa Mexicana de Valores tuvieron ganancias de 51.49%, en tanto la economía mexicana cayó -7.5% del PIB.
Así las cosas, ¿qué necesidad tiene la oligarquía de cambiar de política económica, agroalimentaria y social?

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