La dificultad de pararse en un mundo donde pareciera haber dos, simultáneos, paralelos e irritablemente contradictorios.
Dos realidades que ocupan nuestra conciencia y a la vez nuestra indiferencia.
Unos se acomodan al que mas les place, donde menos comprometan su felicidad, su tristeza, su comodidad, su preocupación.
Otros deciden vivir el que más aterra, el que más enoja, el de más tristeza, el de más conciencia.
La dificultad de pararse en este mundo es proporcional a la consecuencia de la asimilación y de la coherencia.
El que entiende esto se vuelve loco, le viene la desesperación, le viene la impotencia, le vuelve la desesperación, quiere ser libre, quiere ser inmenso, grita, no le importa ser perseguido, no le importa ser herido, a veces, no le importa morir.
Una dificultad asfixiantemente existencial, donde la prisión comienza al nacer y donde la muerte no significa la libertad.
Un mundo que pareciera ser dos, y que lamentablemente se trata solo de uno.
*Dedicado a los reprimidos, heridos y detenidos en las manifestaciones del día de ayer.
¡Viviremos!
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