2012, año del cambio civil pacífico.
En un país que trata a su gente como al enemigo, en un país donde a diario se asesinan a jóvenes y niños, como en el caso de la guardería ABC, en Hermosillo, Sonora, el 5 de junio de 2009; en un país sin oportunidades, en un país saqueado y traicionado por aquellos cuya única patria es el dinero, en un país en que dos empresas televisivas tienen el monopolio de la información, un hombre como Andrés Manuel López Obrador nos emplaza y la cita pone en juego nuestro futuro.
“Nada mejor en la vida que luchar por el bien de otros” es una de las frases que mejor define a Andrés Manuel López Obrador.
Carlos Monsiváis, una de las grandes cabezas que ha dado México, se preguntaba hace años dónde nos hemos venido a asentar, quién protege a los mexicanos, qué gobierno se responsabiliza de nosotros, y desde 2006 Andrés Manuel López Obrador, a través de su acción política nos abre puertas que antes se nos cerraban.
En México estamos viviendo una verdadera miseria humana y el libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012 demuestra cómo los últimos gobiernos le han cancelado el futuro a millones de mexicanos y propician el éxodo de los más desesperados, las conductas antisociales, la corrupción, el narcotráfico y la falta de oportunidades.
López Obrador cree en México, en su capacidad de entrega y de trabajo, en su bondad y en su potencial humano y no está dispuesto a que se pierdan nuestros valores. A partir de 2007, visitó 2 mil 456 municipios y regresó con la convicción de que este gran país no merece a dirigentes tan mediocres y tan prestos a venderse. Cuando los sucesivos presidentes son empleados de transnacionales como la Coca-Cola o se ligan a intereses inconfesables como los del narcotráfico, su falta de grandeza y de visión los convierte en lacayos. Darse la gran vida en un país de inmensas desigualdades sociales es una forma de pobrediablismo y hasta ahora, eso es lo que nos ha tocado: la privatización y el enriquecimiento de una élite a costa de la pobreza de la gran mayoría, sueldos exorbitantes en las dos Cámaras, gastos descomunales en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en el Instituto Federal Electoral, que serían de risa loca si no los pagáramos con nuestros impuestos e ignoráramos que las cifras de desnutrición de los mexicanos son muy altas, y que en nuestro país todavía se muere de enfermedades curables.
Lo dice Andrés Manuel en la página 97: “Un salario mínimo, hace 27 años, alcanzaba para comprar 51 kilos de tortillas o 280 piezas de pan blanco o 12 kilos de frijol bayo, y ahora, sólo se pueden adquirir seis kilos de tortilla o 30 piezas de pan blanco o tres kilos de frijol. De esa dimensión ha sido la pérdida del poder adquisitivo” (…) “De 1982 a 2009, el número de pobres pasó de 32 millones a 60” (…) “En 2009, entre 152 países fuimos el número 143 en crecimiento económico, entre las 10 peores economías del mundo, incluso por debajo de Haití”.
El libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012 es escritura, pero también es indignación; está hecho de palabras, pero también de linfa, de sangre, de grasa y de agua que son el peso de cada ser humano: hombres, mujeres, ancianos y niños a quienes López Obrador les dice que no tienen por qué mantener a un gabinete que gobierna contra ellos. México es suyo y no de las 30 familias que pretenden dominarlo con su poder político y económico.
2012 es el año de la imaginación al poder, el de la sociedad civil en acción, el de la lucha para cambiar al país por la vía pacífica a través de una organización ciudadana en la que todos somos indispensables.
La historia de México es una historia de resistencia y es difícil pensar que 30 familias sean más poderosas que 105 millones de mexicanos. Maestros, mineros, electricistas, petroleros que se juegan la vida, universitarios, médicos, feministas, discapacitados, obreras en las maquiladoras de Ciudad Juárez, madres que trabajan y confían a sus hijos a guarderías asesinas, campesinos y pescadores, desempleados que son la gran mayoría, organizaciones civiles y sociales pueden sostener un formidable movimiento en contra del poder de unos cuantos, un puñado, una mafia como la llama Andrés Manuel, que no paga sus impuestos y reparte migajas.
Prepararnos para el 2012 como ciudadanos comprometidos es una de las funciones de este libro, un llamado a la participación en la que es clave la Universidad Nacional Autónoma de México, la figura emblemática de Cuauhtémoc Cárdenas y la lucha de cada uno de los mexicanos que merecen un mejor destino.
Un político que escribe.
Andrés Manuel López Obrador es un político atípico: ha escrito nueve libros en un país donde los políticos no escriben ¿Por qué Andrés Manuel escribe y los otros no?
En el siglo XIX José María Luis Mora, Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Francisco Zarco, Ignacio Manuel Altamirano, Vicente Riva Palacio fueron ministros, cancilleres, diputados, gobernadores y escribieron hartos libros e incontables artículos periodísticos. Ellos eran hombres de letras metidos a políticos, no políticos profesionales. Y por esos años, hacer política era tarea de construcción nacional; un acto generoso y muchas veces arriesgado.
En el siglo XX hubo, igualmente, gente que escribió libros y se metió en política, como José Vasconcelos, Torres Bodet, Reyes Heroles, Warman y hasta Jaime Sabines. Y, en algunos casos, fue en demérito de su obra. Sin olvidar, los mamotretos que escribieron —o dictaron— expresidentes como Portes Gil, López Portillo y Salinas; en realidad, recuentos a toro pasado, amañados y auto exculpatorios.
Así pues, lo cierto es que en México los políticos profesionales no escriben, mientras que Andrés Manuel sí lo hace y mucho. ¿Por qué?
Aventuro una hipótesis: los políticos del sistema son por naturaleza simuladores, acomodaticios, veletas que cambian de opinión según sopla el viento. Y escribir es dejar constancia de posiciones e ideas por las que en cualquier momento hay que responder. Para los mentirosos profesionales escribir es una forma de balconear su oportunismo. Porque son mentirosos compulsivos, los políticos del sistema mejor no escriben.
En cambio, para Andrés Manuel, publicar libros es dejar constancia de ideas y propósitos. Es hacer público su compromiso con la gente, opuesto al modelo que impulsan los responsables de la debacle.
En México los políticos de oposición escriben: Ricardo Flores Magón era prolífico como periodista, José Revueltas publicaba literatura y ensayo, Heberto Castillo escribía mucho. A esta estirpe de escritores comprometidos y contestatarios pertenece Andrés Manuel.
La mafia que se adueñó de México... y el 2012 es un libro de circunstancias. Pero vivimos un fin de época y escribir sobre el presente significa ponderar el pasado y avizorar el porvenir.
Los capítulos del libro no son arbitrarios: el primero documenta el encumbramiento de la oligarquía rapaz que hoy nos gobierna, el segundo da cuenta de la ruina del país y la pobreza del pueblo, el tercero sustenta la esperanza en un recuento nacional del ánimo rebelde de la ciudadanía y el cuarto aborda la trascendencia del 2012.
En el Capítulo I, El saqueo, se plantea que la dictadura del mercado y la privatización de lo público, propias del neoliberalismo, son un mandato de las trasnacionales en la fase gandalla del capitalismo global. En México, la subasta de los bienes de la nación permitió el encumbramiento de un puñado de rapaces y especuladores, con lo que pasamos al dominio directo de una oligarquía apoyada en los últimos 25 años por el PRI y el PAN. Así, con el dinero y los medios, los “dueños de México” ejercen un gobierno de facto, manejan como pelele a la autoridad formal y anulan el Estado de Derecho.
Con pelos y señales, AMLO da cuenta de un capital especulativo, predador, rentista y gandalla, y deja constancia de que los tecnócratas no son expertos y calificados, sino burdos saqueadores, ladrones del montón, en una palabra: pillos.
En el Capítulo II, Abandono, corrupción y pobreza, se describe la ruina de la nación: un país que hace cien años era vanguardia latinoamericana en transformaciones sociales progresistas y justicieras y hoy vive un desastre económico, ecológico, social, cultural y político. Como señala Andrés Manuel, es urgente la regeneración de la vida pública, que deberá ser obra de “una nueva corriente de pensamiento”.
El Capítulo III, La Resistencia y el peregrinar por el país es el corazón del libro, porque documenta el sustento de la esperanza. Dicen los desesperanzados que un pesimista es un optimista bien informado. Yo sostengo lo contrario: Un optimista es un pesimista bien informado.
El optimismo de Andrés Manuel se origina en la abundante y privilegiada información de que dispone y porque conoce como nadie el ánimo y la disposición de los mexicanos de a pie. Como ningún otro, le ha medido el agua a los camotes, ha palpado los sentimientos de la nación, las capacidades, los defectos de los mexicanos del común.
Se piensa que se puede comprender a México por encuestas, estadísticas, grupos de enfoque y “baños de pueblo” debidamente desinfectados. A contrapelo, Andrés Manuel desempolvó la vieja tradición del conocimiento presencial, conocer el país de bulto, apersonarse con los mexicanos en los lugares donde habitan.
Pero Andrés Manuel de plano no se mide: después de 2006 decidió realizar asambleas y formar comités en los casi 2 mil 500 municipios del país. Y luego, en las ciudades importantes, reuniéndose con los representantes de los comités. Ha recorrido casi 200 mil kilómetros, la mayoría por malos caminos: cinco vueltas al planeta por la parte más ancha.
En el libro nos da una probadita de sus experiencias: caminos virtuales, pueblos desolados donde falta todo menos los refrescos, precariedad, desolación. De gente trabajadora, creativa, entrona, solidaria, alzada, “gente buena”, como dice. Se darán cuenta por qué Andrés Manuel se acabó de convencer de que en las comunidades indígenas está la mayor reserva civilizatoria del país.
En el último capítulo, titulado lacónicamente: 2012, define su posición respecto a las próximas elecciones federales, como oportunidad para plantear ante el pueblo de México que dos caminos se abren ante la nación, el de la regeneración y el cambio verdadero o el de la continuidad de los poderes y políticas que nos llevaron a la ruina. La tarea es hacer llegar el fondo de esta disyuntiva a todos los mexicanos, de modo que en 2012 nadie pueda llamarse a engaño. Si aún así votan por el PRI, es decir por el regreso de Santa Anna, pues... ya estaría de Dios.
Amigos, neutrales y antagonistas. Les recomiendo lean este libro con cuidado, de manera reflexiva y crítica. Al final habrán aprendido mucho, no sobre Calderonia, sino sobre el México real. Y comprenderán mejor a Andrés Manuel.
La alternativa política de 2012.
Este nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador, La mafia que se adueñó de México… y el 2012, es sencillo y claro como todos los suyos. Es un análisis crítico del proceso a través del cual una pequeña oligarquía se ha adueñado de México, sus riquezas naturales y humanas. Su primer capítulo se titula, El saqueo. Correlativamente, es la exposición del empobrecimiento de la sociedad a que han llevado la corrupción y la depredación de la derecha, como puede verse en su segundo capítulo, Abandono, corrupción y pobreza.
El texto incluye, en su capítulo tercero, intitulado La Resistencia y el peregrinar por el país, la descripción de una experiencia maravillosa que López Obrador recreó, viajando por todos los municipios del país, de lo que vio, la gente estupenda que conoció y, también, de la belleza del territorio nacional que lo asombró. Culmina, en el cuarto capítulo, con un examen que es una exposición crítica y un planteamiento programático que denomina, emblemáticamente, 2012.
Del primer capítulo, el lector podrá aprender cómo se adueñó esa mafia de México; del segundo, cómo ello condujo a las masas a la miseria; del tercero, la visión cercana del gran pueblo que tenemos y que constituye nuestra mayor e insuperable riqueza; el cuarto, le permitirá entrar al debate de lo que somos, de los terribles desafíos que se tienen por delante y, desde luego, de las propuestas que se están presentando a todos los ciudadanos, no sólo para rescatar a la nación de la voracidad de los saqueadores, sino para hacer de este país una patria digna para todos.
Una amplísima franja de la población está muy despolitizada y es vulnerable ante toda clase de manipulaciones. En nuestro pueblo hay actitudes que deberán cambiar, actitudes logreras que López Obrador llama “aspiracionistas”, una mentalidad retrógrada y sumisa, que se muestra, ante todo, en los sectores más incultos y aislados de nuestras clases medias. En esas franjas del pueblo no hay más pensamiento propio que el que les induce la televisión y la radio.
Pero los que están del lado del pueblo no son un puñado. Son millones y siguen creciendo. Los conservadores de todas las clases sociales se conforman con esa miseria de país en la que han transformado sus explotadores a México y se sienten muy a gusto en ella, aunque sepan que nada está seguro para ellos, porque si algo nos ha dado la derecha es la más siniestra inseguridad y la duda perenne de lo que nos sucederá en el futuro. El mensaje de Andrés Manuel López Obrador es claro y sencillo: “… lo que somos y representamos se ha logrado con autoridad moral, imaginación y firmeza; con acciones de resistencia en defensa del pueblo y de la nación, con el trabajo organizado de hombres y mujeres libres y conscientes”.
En este gran movimiento ninguno se considera enemigo irreconciliable de nadie. En él, sólo se señala a los culpables de la tragedia que está viviendo nuestra sociedad por la ineptitud de sus conductores políticos, económicos y religiosos. No se piensa en ellos como enemigos porque, si algún día se llega a gobernar este país —y ese día llegará—, se tendrá que entender con ellos y encontrar con ellos la solución que les permita, también a ellos, seguir viviendo en esta sociedad y, al pueblo de México, encontrar su camino y tener en sus manos las decisiones fundamentales para hacer de nuestra sociedad una colectividad justa, equitativa y acogedora para todos sus integrantes, sin importar la clase social a la que pertenezcan.
En la página 190 de su libro, Andrés Manuel López Obrador lo dice así: “… les decimos a los integrantes de la oligarquía, que, a pesar del gran daño que le han causado al pueblo y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que ante su posible derrota en 2012, no habrá represalias. Declaramos esta amnistía anticipada porque lo que se necesita es justicia, no venganza, y ellos tendrán que entender que ningún grupo, por importante y poderoso que sea, puede seguir conspirando contra la paz social. Nada ni nadie puede valer más que el bienestar y la felicidad del pueblo”.
Estos festejos nacionales en torno al bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución no salen de la retórica, la mediocridad discursiva y la alegoría demagógica. Todo mundo se pregunta sobre el misterio del año diez de cada siglo para nosotros. 1810 y 1910 parecen habernos marcado. Ahora le estamos preguntando al 2010 ¿haremos de nuevo una revolución y volveremos a caer en la violencia? Nuestra respuesta es no y este nuevo libro de López Obrador lo confirma. Nosotros somos enemigos de la violencia. No es nuestra vía.
Andrés Manuel se refiere a otro hecho que sí tiene significado: la sucesión presidencial. Y nos dice al respecto: “… la historia nos enseña que siempre, alrededor de la sucesión presidencial, se presentan las condiciones más propicias para iniciar los cambios que se requieren en el país”. Sí, estamos ante una oportunidad de oro para impulsar los cambios que el país necesita. El camino de la violencia debe desaparecer, sea de grupos sociales, sea de nuestros gobernantes que tan prestos están a echar mano de las armas del Estado, que no les pertenecen sino a la nación.
Sí, estamos proponiendo una transformación a fondo del país, pero negamos la fatalidad de la violencia. Además, la sucesión presidencial será en 2012. Estamos decididos a desterrar la violencia en toda la nación. La nuestra es la alternativa pacífica para este 2010 que acabará consumándose en 2012. Ese es el mensaje de este nuevo libro.
Amlo, diagnóstico y proyecto.
Rotunda. La mafia que se adueñó de México…y el 2012 busca una vez más apuntar hacia una verdad rotunda y sus consecuencias: por lo que se refiere a su carácter oligárquico, México está de regreso al sitio donde se encontraba hace justamente un siglo, cuando vivía ya al filo del agua. De retorno; pero en condiciones diferentes. En 1910, Porfirio Díaz podía poner límites a un hacendado o a un minero. Hoy es difícil imaginar que “Los Pinos” hiciera algo equivalente con una televisora o una empresa telefónica. En México el peso de su oligarquía es determinante en el proceso político. En las grandes decisiones de índole económico, el nuestro no es un país de más de cien millones de personas sino de apenas un puñado.
El análisis de la naturaleza y los efectos políticos del México de los pocos —de “los que mandan”, término del sociólogo José Luis de Imaz—, es el corazón de este nuevo libro. Quizá se pueda objetar el caracterizar como mafia a los que más influyen sobre el destino de México, pero no es posible entender nuestro proceso actual sin tomar en cuenta el carácter profundamente excluyente de un sistema cuya supuesta transformación de autoritario en democrático, no ha significado gran cosa en el ejercicio real y en los efectos del poder.
Mafia, suele aplicarse a asociaciones secretas criminales o, incluso, terroristas. Y el pequeño grupo de los poderosos de México, como lo demuestra el propio AMLO, no es secreto ni observa la jerarquía y la disciplina propias del crimen organizado. En esta obra, los oligarcas aparecen con nombre y apellido. La membresía en el grupo va desde Carlos Slim hasta Emilio Azcárraga, pa¬sando por Roberto Hernández, Roberto Bailleres, Germán Larrea y unas docenas más de grandes empresarios. Y aunque ciertas actividades de estos personajes son ilegítimas por ser dañinas para el interés general —sus prácticas monopólicas o sus argucias para pagar pocos impuestos, por ejemplo—, generalmente pueden pasar por legales.
Una alternativa más adecuada al concepto de mafia y a “los que mandan” en México, puede ser el de élite del poder, acuñado por el sociólogo C. Wright Mills (1916-1962) que analizó el poder de un pequeño grupo que dominaba la política, la economía y la cultura norteamericanas. En The power elite (1956), Mills sostuvo que el poder de los individuos más influyentes y ricos en Estados Unidos, dependía completamente de su posición en las estructuras institucionales, en la red del poder. Esa es también la tesis central de AMLO y punto de partida de su proyecto político, pero con una variante: aquí sí hay individuos muy poderosos y que no tienen cargo institucional.
A partir de la gran crisis de 1982, el gobierno ha quedado cada vez más al servicio de los intereses particulares , de un puñado de grandes empresas y conglomerados y de su idea de México, un México donde la desigualdad extrema es considerada como natural e inevitable.
Conviene abordar ahora la peculiaridad de la élite del poder mexicana en la que AMLO ahonda. En México el entramado institucional es notoriamente débil, lo que realza el papel del individuo y ha permitido que ciertos personajes audaces y con conexiones adecuadas, puedan desempeñar un papel crucial como fue Plutarco Elías Calles cuando México era país de caudillos y eso sucede de nuevo con el ex presidente Carlos Salinas que ha capitalizado las debilidades y corrupciones del sistema político. Cuando fue presidente usó la crisis mexicana y el proceso mundial de privatizaciones, para tejer una telaraña de complicidades políticas e intereses económicos con el objetivo de sentar las bases de un poder transexenal. Su sucesor, Ernesto Zedillo, casi logró acabar con ese proyecto. La posterior ineptitud, debilidad política y corrupción de Vicente Fox, dio por resultado una inesperada segunda oportunidad para la ambición salinista. Tras el 2000, Salinas se ofreció como mediador y coordinador entre los grupos e intereses del viejo y el nuevo régimen. La oferta le fue aceptada tanto por Fox y Felipe Calderón como por la oligarquía, el PAN, el PRI y por los nuevos señores feudales de la política mexicana: los gobernadores priístas. El resto de los Poderes, desde el Legislativo y el Judicial hasta los organismos autónomos, las iglesias y los sindicatos, se plegaron al arreglo. El resultado es una democracia casi sin contenido.
2012. En torno a ese año ya actúan tanto la élite del poder como el resto de las fuerzas políticamente organizadas. El año de la elección presidencial mexicana no tiene 365 días sino muchos más, por eso el largo y complicado 2012 ya llegó. Desde hace por lo menos un siglo, es el calendario electoral el que, a querer que no, obliga a la sociedad a reflexionar sobre qué proyectos de país se nos ofrecen y a decidir por cual debemos optar. Hoy a la mayoría de los mexicanos los asuntos políticos les interesan poco o nada, aunque consideran que el país es gobernado por los intereses de unos cuantos.
Y Sin Embargo… Aparentemente México, como proyecto nacional, es hoy una zona de desastre, pero justamente por eso, ésta debería ser la hora de la oposición real. Pero el mayor partido de la izquierda está deshecho y las encuestas auguran el retorno del PRI como resultado del desánimo generalizado. AMLO apela hoy a las virtudes del pasado —en nuestro caso al espíritu de Juárez y de Cárdenas—, llama a renovar la insurrección electoral y a que en el 2012 la izquierda recupere un poder ilegítimamente detentado desde el 2006 por una derecha oligárquica.
Los obstáculos que enfrenta AMLO son sencillamente formidables: el duopolio televisivo que ha logrado capturar la imaginación de una buena parte de los mexicanos, Salinas, el PRI reciclado y la oligarquía. Y AMLO propone enfrentarlos con un proyecto de justicia sustantiva y una organización de base desde los municipios, donde él considera que personalmente ya plantó la idea de un proyecto alternativo. Hoy, semejante empresa podría parecer casi imposible… pero el país no nos perdonaría el no haberlo intentado.
No a los abusos de mineras en Huizopa, Chihuahua y en Piedras Negras, Coahuila.
Las mineras arrasan.

De norte a sur, las empresas mineras destruyen el territorio nacional. En la sierra de Chihuahua, en el municipio de Madera, los campesinos del ejido Huizopa están siendo despojados por la Minera Dolores, subsidiaria de la canadiense Minefinders, instalada ahí desde hace 14 años. La minera ha incurrido en un sinnúmero de abusos contra la población. Los ejidatarios han realizado acciones de resistencia pacífica. Exigen la revisión del contrato firmado con la Minera, un plan de desarrollo comunitario por la destrucción de sus tierras; cuidado del medio ambiente y cobrar una renta anual a la minera.
Minefinders sólo pagó 39 millones de pesos por el derecho a explotar 16 años la zona, aunque estima ganancias por 3 mil millones de dólares. Los ejidatarios denuncian la apropiación ilegal de sus terrenos, la complicidad de las autoridades, la contaminación de acuíferos y el desastre ecológico en más de 5 mil hectáreas por el tajo a cielo abierto y la lixiviación.
Piedras Negras en peligro
La ciudad fronteriza de Piedras Negras, Coahuila, está amenazada por el proyecto de una mina de tajo a cielo abierto en su lado norte. Este proyecto pondría en riesgo la salud y contaminará la fuente de agua que alimenta a Eagle Pass, Texas y a Piedras Negras.
Existe un movimiento ciudadano que se opone a la explotación del “Tajo Zacatosa” de la empresa Minerales de Monclova. Demandan al gobierno municipal priista, la cancelación del permiso a la minera, a pesar de que el gobernador Humberto Moreira anunció su apoyo al proyecto.
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